La población de Manresa y del Bages. 1939-1959
Xavier Rubio Cano
1936-1950, el crecimiento débil
Los años que abarcan la Guerra Civil y la primera posguerra, como etapa de la evolución poblacional deben ser considerados de crecimiento muy débil, aunque superior al estancamiento demográfico del primer decenio de siglo. Marcado por la Guerra Civil y sus efectos, el periodo se debe subdividir para su interpretación. Así, el crecimiento absoluto de 1.496 surge de la diferencia positiva entre la pérdida de 4.632 habitantes entre 1937 y 1940 y la ganancia de 6.128 de la posguerra (1941-1949). Durante la guerra se lograron los máximos decrecimientos del siglo XX, expresados en el decrecimiento relativo de -4,57%. El crecimiento absoluto de 6.128 personas y un 6,34% más de los años cuarenta se puede explicar por la puntual recuperación de la natalidad debido al regreso de los efectivos masculinos, que a nivel general se redujo y se mantuvo baja, y por la incidencia positiva de la baja reanudación inmigratoria, puesto que las restricciones oficiales a la inmigración serían menores para el Bages, con respecto al entorno barcelonés.
1950-1960, parte del gran crecimiento demográfico del Bages
Fue la etapa de gran crecimiento demográfico en el Bages; no se trató, sin embargo, de un crecimiento, explosivo como lo fue a nivel catalán en general. En 25 años, Cataluña aumentó su población en un 75%, mientras que el Bages “sólo” lo hizo en un 39,27 %, crecimiento relativo inferior al de casi un 50% que se registró entre 1911 y 1936. Para el Bages no fue tan extraordinario como significó para el conjunto catalán y principalmente para las comarcas metropolitanas, precisamente por la existencia de aquel gran primer crecimiento de 1910-36, fruto de una industrialización temprana basada en el textil de las cuencas fluviales vertebrante (Cardener y Llobregat). No obstante, en términos absolutos, se dio el mayor crecimiento comarcal conocido a lo largo del siglo y muy posiblemente en toda la historia: 44.859 nuevos habitantes.
Tal y como Anna Cabré e Isabel Pujades explican en Cataluña, el primer factor para entender este crecimiento fue la inmigración (la segunda gran oleada del siglo en el tiempo, la primera en magnitud), «tanto por la aportación directa de nuevos habitantes, como por las transformaciones estructurales que provocó y que incidió positivamente en el crecimiento natural y en los comportamientos nupcial y reproductivo«.
En el caso del Bages, esta etapa es especialmente importante por la dinámica diferente respecto a la general catalana con respecto a los subperiodos que incluye. El crecimiento poblacional absoluto y relativo mayor, de la etapa y del siglo, se produjo entre 1950 y 1960: 24.832 habitantes, que representan un 24,14%. La economía comarcal, basada en unas actividades económicas tradicionales —tanto las industrias textiles, metalúrgicas y química como la minería potásica—, explica una inmigración profunda en los años cincuenta, rasgo diferencial respecto al ritmo del resto del país; este hecho también tuvo su traducción territorial en la concentración de los crecimientos allá donde se localizaban las actividades económicas mencionadas.
En este marco es necesario explicar el papel de la ciudad de Manresa. La capital comarcal durante la segunda mitad del siglo XIX paulatinamente había escalado posiciones en la jerarquía urbana catalana: desde ser la séptima en torno a 1860 con 15.000 habitantes, hasta llegar al cuarto lugar en 1897 —el rango urbano más alto nunca logrado—, con 25.121 habitantes (200 menos que Tarragona y 1.500 menos que Reus, tercera y segunda ciudad, respectivamente). El primer tercio del XX significó la explosión de las ciudades del entorno barcelonés, al calor de la primera oleada inmigratoria, de 1915-20, procedente del levante peninsular. Por este motivo, en el año 1930 Manresa bajaba al octavo lugar, con 32.151 habitantes. A pesar del avivamiento económico y demográfico de los tiempos de la Cataluña republicana, el año 1936 situó la capital del Bages al séptimo lugar (36.478 habitantes). Tras la Guerra Civil y la primera posguerra, Manresa empezó la caída definitiva en el ranking urbano catalán: en 1950 (40.452 habitantes) ya ocupaba el octavo lugar, que en el año 1960 todavía mantenía gracias a una recepción media de inmigración superior a la catalana.
Evolución de la población de hecho de Manresa. 1936-1960
1936 | 1950 | 1960 |
36.478 | 40.452 | 52.216 |