La carta del 30.4.38 d’IGNASI FEU i SALA, des del Fuerte de San Cristóbal (Pamplona)

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Dades biogràfiques

Ignasi Feu i Sala (Manresa, 1908-Barcelona, 2004) sempre lleial als seus principis i creences, fou membre actiu de la Federació de Joves Cristians de Catalunya, i afiliat a la Unió Democràtica de Catalunya, partit minoritari en aquella època, on per la seva llarga vida va arribar a ser els últims anys el militant més antic del partit.

De jove, molt aficionat a l’excursionisme, va conèixer tots els racons de Catalunya, però aquesta afició quedà estroncada per la guerra. La seva trajectòria durant aquest trist i llarg període queda explicada a la carta que envia al seu amic Albert Torra, el maig de 1938.

Acabada la guerra, es casa amb Maria Closas, i té dues filles i un fill, Montserrat, Carme i Ferran.

La seva vida professional es va moure entre la fàbrica de pastes familiar de Manresa, a Raimat (a les Caves Codorniu) i a l’empresa Lipmes de Manresa, com a comptable, fins a la botiga de queviures Comestibles Feu, que portava la seva muller, i els últims temps la compartiren.

De jubilat passen a viure a Barcelona. Amant de la música, toca el piano i canta a la Coral Mare de Déu del Coll, del seu barri, dedicant-los un himne compost per ell. També canta cant gregorià a sant Felip Neri. Bon coneixedor de la sardana, en balla sovint, juntament amb la seva esposa. Assidu al Palau de la Música fins l’últim any de la seva vida.

 

Carta d’Ignasi Feu i Sala a Albert Torra i Ferrer, on explica la seva evasió de la zona republicana (30/4/1938)

 

Fuerte de San Cristóbal (Pamplona), 30 abril / 3 mayo 1938

Sr. Albert Torra, Gijón

Apreciado amigo: Es con mucha satisfacción e ilusión que ayer, al bajar de paseo a Pamplona, vi, entre tres cartas que tuve, una de tuya. Hasta ahora poca ha sido la correspondencia que he tenido, mas creo no será igual en adelante, pues al conocer por mi hermano José el paradero de nuestro tan buen amigo, como intrépido excursionista y humanista, compañero “Sindo”, éste me facilitó algunas señas para escribir a otros buenos amigos, entre los cuales estáis tú e Iscle Selga. Pues bien, tu carta extensa me entera de vuestra suerte en el paso hace tiempo a la España liberada y la misión que realizáis en la retaguardia. Ahora, como es natural, me toca a mí explicar algo de lo mío. Ya era mi intención hacerlo cuanto antes, pero así hoy podré dar más información hasta el presente, si bien no seré muy extenso pues no escribo con mucha comodidad, sobre unas mantas plegadas encima mis piernas y sentado en una de esas camas del Cuartel.

Hasta el día 22 de febrero no pude salir de casa y por tanto de las garras de la bestia roja que aún está mordiendo nuestro amado país. De Manresa salimos unos 20 jóvenes, si bien solamente otro (primo del Soler del Blanqueix, chico alto y moreno) era de nuestra ciudad. Los demás eran de pueblos vecinos y también de Igualada y Barcelona. Desde allí se empezó a caminar ya. Ya vi qué excursión más larga se nos presentaba. Ya no era posible de trasladarse en coche hasta Berga o Solsona sin ser revisados por la policía roja. Más o menos pasamos el siguiente terreno: Santpedor, Castellnou de B., Castelladral, Viver, Serrateix, Montmajor, valles altas del Cardoner, sierra de Busa (pasando por el pie del santuario de N. S. de Lord), montes de Odèn y Port del Comte, Lavansa, Adraent, Cadí occidental, pasos del río Segre cerca Seo de U. y carretera a Puigcerdà y en fin los interminables y altísimos montes que conducen al valle de Andorra, varios entre zonas rojas. De aquí por Soldeu y Port d’Envalira, paso del Pirineo catalán y central hasta Francia, Hospitalet, Toulouse y St. Jean de L. entrando a España.

Hasta Andorra son, o fueron, 7 etapas de caminar siempre de noche y en obscuras 8, 10, 12 y hasta algún día 14 horas si bien entonces se nos hacía ya de día. Las seis primeras las hice sin novedad pues suerte de mis modestas aptitudes excursionistas. Otros compañeros íbanse rindiendo de cansancio por el camino, perdiendo al final unos 12 o 13, pero cabe hacer constar que entonces nuestra expedición contaba ya unos 110 hombres, pues en cada nueva de las 3 últimas etapas reuníamos más gente venida de la parte de Lérida incluso.

Pero, noi!, ahora viene la primera de mis aventuras o fracasos, que al final, a. D. g., se convirtieron en un buen éxito. Pues bien, cuando solamente me faltaba andar la última jornada, la fila nocturna que ya estaba dispuesta a atravesar el río Segre, a 10 minutos de ello se partió en dos, quedando la cola de unos 15 hombres separada de los demás, que más o menos serenamente iban andando hacia adelante para el paso del citado río. Entre estos 15 estaba yo. Estos quedamos fracasados al ver inesperadamente que detrás tan larga expedición no iba ninguno de los 2 guías que nos conducían. Todos estaban delante o en medio. Ello ocasionó con la obscuridad además de la noche que no pudiéramos hacer contacto que [con?] los demás compañeros y por tanto quedamos perdidos a las 9 horas, con la desilusión de no poder entrar a Andorra, faltando solamente una noche de camino y teniendo los demás ya en camino… Tuvimos un rato malo. De los 15, 2 o 3 dijeron que tenían conocidos a la Seo, y como eran jóvenes, allí se fueron. Más tarde supimos que corría la voz de si los habían cogido prisioneros. Unos 10 resolvieron deshacer camino e ir hacia Lavansa, sin conocer el terreno, donde llegaron con dificultades al cabo de 4 días de andar por los montes. Un chico de Igualada y yo, en aquella noche mala, quisimos buscar el río Segre, pasarlo y andar hacia Andorra solos. Pasamos buscando senderos que condujesen a él cosa de 1 hora larga, ¡pero que nos fue tan larga…! No se veía nada y siempre dábamos con matorrales malos y pendientes de barrancos, en donde padecí quizás más que nunca tanto de espíritu como de cuerpo. Teníamos una sed devoradora y buscando y rebuscando oíamos el remoreo [¿] de las aguas y no acertamos nunca tocarla. Cansados y casi extenuados de mal andar, lo dejamos correr todo por aquella noche, pensando como los casi 100 compañeros subirían tranquilos cuesta arriba camino de Andorra…

La noche aquella la pasamos dentro una simple barraca, intentando dormir algo con los pies helados de frío. Al amanecer, los caminos hacia el río y cuesta de Andorra nos aparecían fáciles a la vista. En la realidad no lo fueron aún. Entre 7 y 9 de la mañana intentamos pasar el Segre. Ya descalzos y tocando agua, esta tenía en todos los sitios sorteados demasiada corriente y nos exponíamos a ser conducidos tumbados por la fuerza de las aguas. Al propio tiempo teníamos frente a frente la carretera Seo-Puigcerdá por donde a menudo pasan coches de carabineros y policía y nos podían ver muy fácilmente. Ante un nuevo fracaso y peligro inminente decidimos no pasar aún. Ahora va la última parte del drama. Pasamos el día acampados entre el bosque frente a la margen izquierda del Segre. Entretanto preguntamos a un labrador parecido de confianza sobre donde existía un relativo buen paso del río y por el camino conducente a nuestro destino. Conocido más o menos esto, cuando ya anochecía algo y nos dirigíamos a atravesar el histórico río, sentimos disparos monte arriba a poco trecho de nosotros y luego otros tiros de fusil, abajo en la carretera, precisamente en el mismo punto donde nosotros teníamos que pasarla brevemente. Algo perplejos de espanto (si bien yo con más serenidad de lo que hubiera creído) estuvimos cosa de 1 hora y media escondiditos en las ramas de un pequeño pino de por ahí que no nos escondía del todo, pero no disponíamos de refugio más seguro en aquellos inesperados momentos de tiroteo. Así escondidos sentimos pasar los carabineros y los vimos seguidamente a unos 4 metros de nosotros… En aquel momento me veía ya cogido. Pensaba en qué contestar si me daban tiempo de hacerlo, pues tenían toda aquella gente de la Seu, orden dada de su comandante de disparar ¡sin dar el alto! previo de costumbre, a quien vieran como probable desertor. Incluso habíamos encomendado a Dios nuestra alma. Pero ¡qué susto! ¡Parece mentira! No nos debieron ver, ¡y de tan cerca! Sería que Dios no siendo aún aquella nuestra hora postrera nos guiaba y protegía en tal serio peligro de nuestra vida. Hízose de noche y, cesando los disparos, salimos del peligroso lugar y nos remontamos cuesta arriba algo fuera del valle, y andando de noche unos tres cuartos de hora, pasamos otra noche relativamente muy buena, por lo que habíamos salido de poco de tan mal trance. Al raso completamente, por falta de albergue, descansamos en la dura zona, levantándonos a las 5 de la madrugada peor que antes de echarnos y medio helados de frío. Tuvimos que andar más y casi de noche ya que no estábamos aún a salvo del peligro de la gente roja. Así andando, regresamos hacia el pueblecito de Lavansa, con mucho apetito y poco alimento, haciendo casi una jornada de camino que consiste en volver a atravesar la sierra del Cadí en su parte oeste. Como “preguntant es va a Roma” también llegamos al pueblo citado. Antes comimos a gusto en la fonda del típico pueblo de Adraent. Venía entonces un día bueno después de uno de malísimo.

Bien; estábamos ya por donde habíamos pasado antes, mas como fue de noche y paramos solamente en una casa para cenar, faltaba encontrarla. Primero nos fue preciso hacer estancia de 2 días en la fonda. Luego después de no conocer la casa deseada, tuvimos que consultar al amo de la posada, para ver si con los detalles que le dábamos sabía de qué casa se trataba. Por fin acertó y nos condujo de noche a ella. Antes cabe hacer constar que los 2 días pasados allí, si bien corríamos algún peligro, la gente que nos veía pensaba que éramos dos carabineros disfrazados, como a veces ya acostumbran presentarse.

No sé si te aburres de tanta historia o “lata” debes pensar. Ya viene otro aspecto de mi evasión.

En aquella casa permanecimos escondidos 8 días. A los 4 de estar, se nos presentan de aquellos 10 dejados entonces, 5 que venían para refugiarse como nosotros, esperando todos nueva ocasión de pasar por allí una nueva expedición. Muy buena gente los de la casa, que hacían tan grande favor, aunque fuera pagando 15 pts. diarias; pues ya sabíamos que en Barcelona para comer se necesitaban más de 50 pts. y aun no tan alimentosa como el nuestro. En fin, pasó un guía y se nos llevó a todos, mas cuando hacía yo 10 minutos que andaba, no pude ya dar un paso más, pues era tanto lo que se me habían cargado las piernas que no podía andar más. Cosa rara parecía de momento, pero tenía su explicación. 8 días encerrado sin salir de casa, no haciendo ejercicio ninguno incluso descuidando la gimnasia sueca, tal vez demasiado bien alimentado, todo contribuía a no tener fuerza para caminar. Tuve que dejar por 2ª vez a los compañeros que marchaban tranquilos camino de Andorra y regresar a la casa de antes. Pasé 1 hora de regreso, pues me flaquecían aún las piernas. La mañana siguiente, ya no me dolían casi. Practiqué desde entonces ejercicios musculares varios por lo [que] pudiese ser en adelante y estar prevenido. Tuve que pasar 8 días más allí. Pasados ellos, un amigo de Manresa, Pedro Carreras (hijo del que había sido presidente de Acción Popular en Manresa) pasaba casualmente por la misma casa que habitaba, con destino también a Andorra, acompañado solamente de un guía muy bueno. Me quisieron en su expedición y los tres, muy contentos, yo sobre todo, hicimos en las 2 etapas restantes un viaje feliz. Carreras, poco acostumbrado a andar y escondido desde el julio del 36, quedó algo muerto en la etapa final muy dura, pero revivió radicalmente al pisar Sant Juliá, primer pueblo de Andorra. Habían pasado ya las tragedias. ¡Alabado sea Dios! Vino el buen tiempo tras la borrasca.

En Andorra permanecimos 4 días para arreglar la documentación y esperar expedición hacia San Sebastián. Tuvimos que hacer a pie unas 6’5 horas pisando a veces más de 1 metro de nieve en el Port d’Envalira. Ya en Hospitalet, recibidos no tan cortésmente como pensamos los gendarmes franceses, subimos al tren hasta Toulouse, pasando toda la noche en tren y llegando a Irún a las 8 de la mañana.

La sensación (¿) y satisfacción que sentí al entrar en la España leal y grande no cabe que la describa, pues es la que produce a todos los buenos catalanes, que sintiéndose ante todo españoles tienen la suerte de haberse liberado de la tiranía democrático-liberal-comunista y separatista.

Mi compañero Carreras tuvo que separarse de mí pues fue mandado a Logroño y yo a Pamplona. Estuve unos 20 días haciendo instrucción (bueno, repasándola). Como mi reumatismo necesita a ser posible no hacer vida de cuartel, estuve rebajado de comer y dormir, haciéndolo en Casa Biosca, gente de Calaf que tienen a pensión unos 25 o 30 de nuestro país, gente que unos trabajan y otros son soldados. Mas ahora hace unos 4 días que me trasladaron al Fuerte de San Cristóbal, que es una cárcel o penal muy importante, donde actualmente aloja unos 2.600 encerrados. Es dicen mayor que el castillo de Montjuïc (Barcelona) y está a la cima de un monte cercano a Pamplona, muy alto, de donde se domina un panorama excelente sobre el llano navarrés y sus montes y montañas de Vasconia, Logroño, Aragón y de Francia las más lejos. Aquí hago vida de cuartel que no es mala, pero no sé si mi estado de salud va a resentirse algo. La vida que llevo aquí en este monte es sencilla y placentera. Un día estoy de guardia y otro de descanso. Aunque sean algo pesadas las guardias seguidas a causa del poco descanso, por ahí hay más régimen de libertad en hacerlas y eso va bien. Por las noches casi siempre hace viento o frío, pero peor era en invierno decían los falangistas, que antes custodiaban el fuerte. Creo que estará a una altura de 8 o 9 cientos metros s. n. del m. Pamplona está a 450. Los días que no toca guardia puedo bajar a la capital.

Allí, en el Seminario, está mi hermano José. Por ahora pasa el servicio militar, presentándose solamente un momento cada día al cuartel. Así puede seguir sus estudios. Con frecuencia tenemos el gusto de vernos, cosa que, como comprenderás, es una satisfacción y más después de más de 1 año sin vernos.

Pamplona es una bonita ciudad, más de lo que suponía. Abunda buena gente. En el local de los Requetés, hay un piso donde nos reunimos todos los catalanes simpatizantes, por donde a menudo se ven caras conocidas de nuevos evadidos nuestros de la zona roja. De manresanos hay: Ángel Lacruz, Orriols, Obiols, Fábregas (botero) y otro amigo de este. En Burguete (pueblo cercano) hay Vidal (el mayor del C. Excursionista Bages), Fco. Jorba, estos 2 últimos estaban al mismo cuartel que estoy yo y están ahora en vigilancia de frontera.

En mi casa, cuando salí, todos buenos. Fernando continuaba en el Sanatorio mejorando su estado de salud. De tu familia, te diré que con frecuencia tenía ocasión de ver a tus padres y hermanos y todos estaban bien, como tu tío ya hacía días se paseaba tranquilamente por la ciudad después del pequeño incidente que le produjeron los rojos. ¡Niño! Lástima que las noticias no puedan ser mas recientes, porque ya de entonces casi tienes por otros conductos. Es de creer que todo aun sigue con poca variación. Puede variar algo las dificultades en comer (a los tuyos puédales faltar algo que no será pastas para sopa) y el precio de los alimentos. Entonces se pagaba de la harina 10 y 12 ptas. el K (hoy me dice un evadido muy reciente se pagaba a 30 ptas. y con grandes dificultades de encontrar), las judías o garbanzos a 22 ptas.; los huevos a 25 dna.; las “arangadas” de barril a 80 ctms. una. Y todo eso casi agotado. De lo demás, carne, patatas (a 5 ptas. k), verdura solamente quien tenia en propiedad en casa podía comer y los amigos de éstos con trabajos.

Y vuelvo a las personas. De Carmen Puigdellívol te digo lo mismo que los demás. Tenía alguna ocasión de verla en la tienda de la P. Infantes, desde donde procuraba por lo que era de mi parte mirar de proporcionarle para su casa las pocas subsistencias que estaban a nuestro alcance. Ella, como los demás de su casa, bien, aunque en su semblante parecía demostrar alguna pequeña (que sería grande en su interior) añoranza hacia el ser amado a quien tengo el gusto de dirigirme. Con todo, traslucíase su conformación al estado de cosas. Su hermano Fernando a menudo salía de excursión con nuestra “penya” o bien (porque ya no practicamos con tanta asiduidad tan bello deporte desde vuestra ausencia: Albert-Iscle-Sindo) o paseábamos juntos por las aburridas calles de Manresa, acompañados del amigo Sr. Pedro de Barcelona, quien cuidaba de nuestras almas tan generosamente, pudiendo practicar los sagramentos de la penitencia y Eucaristía en sus visitas a los Jóvenes Cristianos que quedaban por ahí. Sabía su intención de pasar a nuestra zona, mas como yo me decidí al mismo día que partía por la noche, en aquel entonces no pude saber qué planes traía. Igual me pasó con otros amigos. No tengo noticia de su paso, pero puede estar tal vez en esta zona como escondido por allí (mas seguro) pues entonces ya era muy peligroso evadirse por la frontera, ¡y costaba la vida a tantos!

Los allí dejé Carreras, Sunyé (algo enfermo del hígado, cosa que no le permitía ninguna excursión larga, estando además en estrecho régimen alimenticio); José Prat, con reumatismo aún, que tampoco le permitía ni andar como nosotros; Bayona, enfermó bastante y hacía cama entonces, creo tuvo una pulmonía, mejorando ya. Portabella, el joven veterano de la “colla”, al frente como siempre de cuidar en lo máximo posible entre nosotros y especialmente a los más jóvenes de cuantos auxilios espirituales pudiéranse dar en aquellas tierras de persecución religiosa y también facilitando a todos los medios de evasión a la España liberada que tenía a su alcance. Claret, Coll, Esteve, Serra y otros, todos a causa de sus defectos y faltados de aptitudes para andar largas jornadas, eran dados allí para servicios auxiliares, residiendo en Barna. No sé ahora qué suerte les habrá corrido. V. Font también no dado al caminar mucho, estaba en la retaguardia de un pueblo de Huesca, entonces bien. S. Solé hacía pocos días que tuve la satisfacción de verlo por Manresa unos 4 o 5 días en permiso desde una buena campaña en los frentes de Aragón; recientemente estaba en la provincia de Cuenca, manifestando su posible oportunidad de poderse trasladar algún día a Guadalajara para ver a Farré, Pla y Carol, supongo bien, aunque no tenía noticias recientes de ellos. Illa y Raurich bien entonces, como Viñas y Merli, Mucho me alegro saber el paradero de tantos amigos como dices estar aquí. Puedes decir que no soy más extenso a Iscle a quien ya le contaré otras cosas que no tengo tiempo ni espacio de hacerlo aquí. Un abrazo de tu affmo.

Ignasi

P.D. Pedro Vila se encuentra en Logroño con los suyos.

 

 

 

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