La carta del 23.5.38, de RAMON ALGUÉ i MAS, des de Sant Sebastià

Taula de continguts

Dades biogràfiques

Ramon Algué i Mas va néixer a Manresa el 14 de desembre de 1907 i va morir a la mateixa ciutat el 5 de desembre de 1990. Va treballar uns 50 anys de comptable administratiu dels Magatzems Can Jorba de Manresa. Va col·laborar amb molta dedicació i servei en entitats benèfiques, religioses i de la societat civil de la ciutat.

 

Carta de Ramon Algué i Mas a Albert Torra i Ferrer i a Iscle Selga i Ubach on explica la seva evasió de la zona republicana (23/5/1938)


San Sebastián, 23 de Mayo de 1938

A Alberto Torra Ferrer y Acisclo Selga, Gijón

Apreciados amigos:

El día 25 de marzo pasado, os escribí una carta, en contestación a la muy apreciada de Alberto del 4 de aquel mismo mes, cuya carta mía recibí ayer devuelta, por haber equivocado la población de destino.

Equivocadamente la dirigí a Burgos, a pesar de que en el interior decía Gijón. Como creía que os habían trasladado, hace días escribí a Pintó con quien sé que sostenéis correspondencia, pidiéndole me indicara vuestro paradero. En fin, perdonad el error que os ha privado hasta hoy de mis noticias y en compensación a ello os escribiré a máquina y procuraré ser más extenso. Complacidos?

Empezaré por contaros el calvario de mi evasión de la zona roja. Salí de Manresa el 1º de octubre a las 7 de la tarde en el coche de línea hasta Súria y aquella misma noche emprendimos el camino a pie hasta Solsona (12 horas). Éramos cuatro, un amigo mío de Manresa, mejor dicho, el hermano de Antonio Peñarroya, dos jóvenes de Súria, uno de ellos detenido en la frontera, y yo. En una casa de campo de los alrededores de Solsona estuvimos 6 días, al final de los cuales nos incorporamos a una expedición de 360 hombres saliendo de aquel pueblo, creo que fue el 7 u 8 de octubre.

La primera jornada llegué bastante fatigado, pero resistí bien, durante la misma y al final de la jornada dejamos a 15 o 20 compañeros, algunos de ellos completamente exhaustos. Al final de la segunda jornada me encontré ya bastante desfallecido, pero decidí continuar la tercera. Al llegar al pie del Cadí, y contemplar, a pesar de la oscuridad de la noche, aquella enorme mole que se levantaba delante nuestro, me sentí más desfallecido, y ante el temor de no poder llegar a la cumbre (que no habría sido posible) abandoné la expedición y me quedé solo en la montaña donde probé de descansar un poco, con un frío horrible. (Debo haceros constar que mi desfallecimiento fue debido a no haber comido nada desde mi salida de Solsona, no llegando a comprender qué es lo que me pasó. Pese a mis esfuerzos, no pude probar bocado). Cuando hube descansado un poco en la montaña (eran las tres de la madrugada), descendí hasta una casa de campo donde pedí albergue. Dios me guió y quiso que los moradores de aquella casa fuesen una excelente familia. Precisamente allí me encontré con dos compañeros de la misma expedición que la habían abandonado antes que yo, uno de ellos amigo mío. En esta casa estuvimos unos momentos y el mismo dueño nos acompañó a otra un poco más oculta, donde nuestra presencia no pudiera causar recelos y allí estuve cinco días. Los dos compañeros, que habían recibido unas contusiones en las rodillas, se desanimaron y volvieron a Barcelona. Yo siempre valiente!

Me quedé completamente solo esperando pasara otra expedición por allí, puesto que ya me había repuesto y me sentía completamente fuerte y dispuesto a continuar. Mientras estaba esperando otra expedición, me enteré que la de los 360 hombres había sido tiroteada, muerto 5 o 6 y detenidos más de un centenar. No hay que decir que esto me alarmó un poco pero estaba dispuesto a continuar fuere como fuere. Me fui al cabo de unos días más, a otra casa de campo donde me dijeron que pasaban por allí con más frecuencia expediciones, y allí estuve un mes, durmiendo en la paja los primeros días.

Por último el día 15 de noviembre, salí con una expedición compuesta de 17 hombres la mayoría jóvenes. Pasamos el Segre a pie con agua hasta la cintura. Yo me caí dos veces en medio del río, perdí una parte de la ropa que llevaba y en verdad que ya había encomendado mi alma al Altísimo. Y sin mayores percances llegamos felizmente a Andorra a las 11 de la mañana de un día de noviembre que no recuerdo cuál era y a San Sebastián el 24 del mismo citado mes, a las dos de la madrugada. Dejo para contaros otro día personalmente, otras incidencias de menor importancia pero que contribuyeron a hacer sumamente fatigada y emocionante la excursión.

Y aquí me tenéis desde mi llegada, formando parte de la gloriosa retaguardia de San Sebastián. Porque tened entendido que aquí somos tan valientes y decididos, e impacientes, que casi siempre avanzamos más que las invictas tropas de Franco. De todas maneras, todavía no nos paseamos en coche como debéis hacer vosotros. No es envidia.

A los 15 días de llegado a la Zona Nacional, la España verdadera, tuve la suerte de encontrar trabajo en el despacho que la Sociedad Nestlé A. E. P. A., tiene establecido en San Sebastián donde continúo todavía, y donde me tenéis a vuestra disposición.

En ésta hay muchos manresanos. Yo estoy en una pensión en compañía de Miró, Datzira, Ribera, Amat, Fernández y los demás, hasta 15, la mayoría son de la comarca de Bages.

De los amigos de Manresa poca cosa puedo explicaros, puesto que como podéis suponer, al no tener donde reunirnos, no podíamos frecuentarnos mucho. Emilio Carreras tenía muchas ganas de pasar a nuestra zona y últimamente al enterarse que yo estaba dispuesto a pasar la frontera, se le doblaron las ganas, pero por lo visto no se sintió con ánimos. Portabella habíamos hablado varias veces de ello, pero no había demostrado muchas ganas de escapar, yo creo más bien por estar comprendido, en aquel entonces, a quintas muy anteriores.

Durante estos últimos días han pasado bastantes manresanos, algunos de los cuales hacía tiempo que se encontraban en Francia. Llegaron Valls (el del pescado), Puigarnau, Vidal, Parera, Clemente Roca, Busquets, y Cortés y su familia, Cuitó y otros que no es fácil conozcáis. De nuestros amigos pasados supongo debéis tener noticias de todos ellos, Ignacio Feu, Pintó, Costa, Rosiñol (hermano del que mataron en la frontera al pretender pasar), etc. A medida que pasaban por aquí les daba a todos vuestra dirección, aunque no estaba seguro que estuvieseis todavía en ésa. A Ignacio Feu no pude verle porque cuando me enteré había sido ya destinado y había salido de San Sebastián. Hace 4 o 5 días avalé, desde ésta, a nuestros amigos Venancio Font Quintana y Antonio Viñas Picas, hechos prisioneros en el frente y que se encontraban en un campo de concentración de León y Santander respectivamente. El primero me escribió dándome las gracias y al contestarle ayer, le di entre otras vuestra dirección. Del segundo no he recibido noticias. Sabéis la dirección de nuestro común amigo Gumersindo Roca?

Durante estos últimos días, a pesar de las dificultades con que se tropieza para poder pasar la frontera, son muchos los catalanes que llegan a esta ciudad, procedentes de la zona roja. Todos coinciden en afirmar que la situación en aquella zona es trágica y desesperada. En Manresa, después de la caída de Lérida, se consideraba tan inminente la entrada de las tropas nacionales en la ciudad, que muchas familias la habían abandonado refugiándose en las casas de los alrededores, dicen fue unos días de un pánico horrible.

Y vosotros, qué? Supongo debéis estar divertidos por esas tierras asturianas donde no faltan buenas montañas para escalar, como buenos excursionistas que sois.

Basta por hoy porque me vería obligado a cambiar otra vez la cinta de la máquina y además estoy quitando tiempo a mi trabajo.

Vuestro afectísimo amigo

Ramon Algué

Buscar a tot memoria.cat