Los maestros de la República en Manresa.
Trayectorias, pedagogías y depuraciones

El idioma catalán en la enseñanza

La enseñanza en catalán fue introduciéndose progresivamente en todo el sistema educativo a partir del reconocimiento oficial del bilingüismo escolar por parte del Ministerio de Instrucción Pública y del impulso que le dio la Generalitat utilizando las competencias que le otorgaba el Estatuto de Autonomía. En este aspecto, fue destacable la aportación, con subvenciones, premios y edición de material escolar, que hacía la Associació Protectora de l’Ensenyança Catalana, de la que era delegado en Manresa el maestro Josep Albagés.

A pesar de que la gran mayoría de la población escolar manresana y de sus maestros eran catalanohablantes (en el año 1931 el 87% de los manresanos había nacido en Cataluña y, del 13% de fuera, bastantes eran inmigrantes catalanohablantes de la Franja de Aragón o del País Valenciano), la introducción del catalán como lengua de enseñanza estaba dificultada por el hábito del profesorado de enseñar en castellano, la poca formación en lengua catalana de la mayoría de los maestros y el escaso material pedagógico editado. Más que la enseñanza totalmente en catalán, como se practica actualmente en las escuelas con el sistema de inmersión lingüística, fue extendiéndose el modelo bilingüe –de acuerdo con la estricta co-oficialidad que establecía el Estatuto de Autonomía– en el que se combinaban las dos lenguas, a veces haciendo unas actividades en catalán y otras en castellano, o bien dando las clases de la mañana en catalán y las de la tarde en castellano.

El establecimiento del bilingüismo escolar en todas las escuelas de Cataluña y la exigencia del Certificado de Aptitud Pedagógica de lengua catalana para poder ejercer el trabajo de maestro que estableció la Generalitat a partir del decreto del 20 de septiembre de 1936, hicieron que la catalanización de la enseñanza avanzara rápidamente; para atender esta necesidad, el departamento de Cultura del Ayuntamiento de Manresa organizó un curso de catalán para maestros de escuela en abril de 1937.

Los centros educativos particulares también fueron catalanizando su enseñanza, por ejemplo, en las academias Cots, Obradors, Massegú y el Liceo Dalmau se hacían las clases en catalán. En cambio, parece que los centros religiosos, junto con el instituto, era donde había más resistencias a introducir el bilingüismo. 

Durante los años de la República hubo críticas por la poca inclinación del profesorado del Instituto a utilizar el catalán en las clases. Así, en El Dia del 24 de mayo de 1934, leemos un artículo de Josep Font, director del periódico, titulado “Una necesidad. Manresa ha de tomar posesión del Instituto”, en el que se inculpa a los “dignísimos profesores” del Instituto que se hubieran encerrado en “una torre de marfil” sin conectar con la vida ciudadana. Además, el periodista les recordaba que en Catalunya “la lengua oficial es el catalán. Y en el instituto se dan las clases como en Salamanca o Cuenca o Burgos. Y no se hace ni el más mínimo esfuerzo para remediar esta, digamos, incomprensión. Al contrario. Sabemos que profesores catalanes dan las clases en castellano. Y no parece sino que haya un interés marcadísimo en ahuyentar nuestra lengua de este centro docente.

Significativamente, poco tiempo después, al inicio del curso 1934-35 se creó en el Instituto, por primera vez en su historia, una cátedra de Lengua y literatura catalanas, que evidentemente fue suprimida durante el franquismo.

Entre 1931 y 1939 recibió un gran impulso la catalanización 
de la enseñanza pública y de las academias particulares.

El comisario-director Josep Maria Casassas Cantó, que era de los pocos profesores que daba las clases en catalán, intentó catalanizar el centro, en el año 1937, poniendo la rotulación y la correspondencia oficial en catalán. Además, los estudiantes hicieron llegar al claustro, por medio de sus representantes sindicales de la FNEC y de las Juventudes Libertarias, la necesidad de hacer las clases en catalán porque la mayoría del profesorado continuaba impartiendo las clases en castellano, pero no lo consiguieron porque el claustro no dio apoyo a esta reivindicación. El profesorado del Instituto tenía el derecho de dar la clase en la lengua que prefiriera y, como era un centro dependiente del Ministerio de Instrucción Pública, algún comisario-director, como Aniceto León Garre, se escudaba en este aspecto legal para continuar defendiendo la enseñanza en castellano.

Es sintomático que en un centro educativo tan renovador como el Grup Escolar Renaixença se produjera una polémica a partir de la denuncia que hizo el periódico El Dia el 26 de marzo de 1936, sobre el hecho de que el director del centro, Ricardo Molner Gimeno, obligaba a los alumnos de su clase a hablar en castellano y que, pese a ser valenciano, habitualmente se relacionaba en castellano con las otras personas, conducta que no observaban los demás maestros del centro.